LAURA GONBALLES

Mayrás

Mi creación artística Mayrás se apoya en una alegoría histórica del imaginario colectivo de las mujeres del 2 de mayo, recreando la temática homenaje a las mujeres del 2 de mayo del siglo XIX.

En la creación de la obra, realizo un estudio del territorio basado en las trazas del agua de la villa de Madrid a mediados del siglo XIX. Y Exploro en la cultura popular del barrio de Malasaña, (Madrid)XIX a las mujeres de pueblo que participaron en la batalla del levantamiento del Dos de Mayo, en la cual nos encontramos nombres populares como Manuela Malasaña, Benita Pastrana, Clara del Rey entre otras muchas más.

Esta unificación de mujer heroína popular y las trazas de agua de Madrid, da la creación a mi obra Mayrás.

ANÁLISIS FORMAL

LAS TRAZAS DEL AGUA AL NORTE DE LA VILLA DE MADRID

El agua que consumía la población de Madrid, hasta la construcción del Canal de Isabel II a mediados del siglo XIX, provenía de los mantos acuíferos existentes en el subsuelo de la altiplanicie madrileña. A estas «balsas» de agua, formadas sobre las capas impermeables del terreno, llegaba el agua de los arroyos subterráneos procedentes de la sierra de Guadarrama, pero fundamentalmente se alimentaban del agua de lluvia filtrada por las capas permeables. Los terrenos del nordeste de Madrid, en los alrededores de Fuencarral, Chamartín, Canillas y Canillejas, cumplían las características geológicas necesarias para almacenar el agua subálvea. Situados a una distancia de unos 10 km de la Madrid, entre los caminos de Fuencarral y Alcalá, su altitud, entre 80 y 100 m sobre la cota de la Villa, permitía que el agua descendiera por gravedad hasta la ciudad a través de un complejo sistema de pozos y galerías, los denominados viajes de agua, manaderos, alcantarillas, encañados o minas.

La explotación de las aguas subterráneas mediante estas obras de ingeniería fue implantada en la época musulmana y es similar al sistema de «qanat», «mayrá» utilizado en Mesopotamia y en el norte de África.

Consiste en la realización de pozos de captación, en los lugares donde se encuentra el agua embalsada, que drenan el agua de las capas arenosas, y pozos de conducción que se unen mediante galerías por las que circula el agua. Los pozos de captación sirven para realizar el trazado del viaje controlando la pendiente, sacar las tierras sobrantes durante la construcción de las galerías y, una vez terminada la obra, funcionan como respiraderos y se utilizan para registrar el viaje.

La profundidad de las galerías es variable en función de la distancia a que se encuentren del punto de suministro. En Madrid oscilaba entre los cincuenta metros que tenían las minas más alejadas y los cuatro o cinco que tenían las que se encontraban dentro de la Villa. Las minas muchas veces se construían desde la ciudad hacia arriba, pues facilitaba que la pendiente fuera la necesaria, entre el 1 y el 4 por 100, para que el agua discurriera por gravedad, pero sin ser excesiva. El instrumento utilizado para medir la inclinación o pendiente era el nivel de tranco; del vértice superior se colgaba una plomada que marcaba la lectura en el lado que forma la base del triángulo, previamente graduada.

En las puertas de la ciudad madrileña, se situaba el arca principal del viaje, y desde allí se distribuía a las fuentes que abastecía. También existían otras arcas, tanto en el recorrido del viaje por el exterior como en el interior de la Villa. Servían para reunir diferentes ramales, distribuir los cursos de agua, realizar cambios de dirección del recorrido (arca cambija), o simplemente para el reposo del agua, lo que aumentaba su calidad al quedar depositados en el fondo los elementos en suspensión que transportaba.

Como nos hizo ver Jaime Oliver Asín*, este ingenioso sistema de origen oriental, implantado en Madrid por los árabes, no sólo es el que justifica la conocida leyenda de la Villa: «De fuego ser cercada, te dijeron / antiguos siglos, y sobre agua armada; / tus venas de agua y sierras luz te prestan», sino que, además, es el que dio nombre a la ciudad. Ya que Madrid significa lugar donde abundan las Mayrás. (canales subterráneos de agua).

LAS MUJERES DEL 2 DE MAYO EN LA VILLA DE MADRID, BARRIO DE MALASAÑA

Malasaña. Barrio madrileño cuyo nombre popular se debe a una mujer caída en los hechos del Dos de Mayo, durante la Guerra de la Independencia. En realidad, la gente empezó a llamarlo así a partir de los 70, extendiendo a sus alrededores la denominación de la calle Manuela Malasaña. Hasta 1961 la vía se llamaba solo Malasaña, probablemente por Juan Malasaña, padre de Manuela.

La historia popular cuenta que las mujeres del pueblo participando en la batalla pasaron rápidamente al imaginario colectivo. En el levantamiento del Dos de Mayo encontramos nombres como los de la citada anteriormente Manuela Malasaña a la Benita Pastrana, Clara del Rey, María Beano y entre otras muchas mujeres más.

La participación activa de las mujeres junto con el resto del pueblo de Madrid en la guerra de la independencia fue bastante conocida por el populacho. Este protagonismo hay que buscarlo precisamente en las jornadas del Dos de mayo.

Según cifras del historiador Ronald Fraser, en el levantamiento del Dos de mayo murieron o resultaron heridos unos 1670 civiles, de los que 45 eran mujeres y de las que murieron 25.

Tal y como nos cuenta el historiador Álvaro París, las mujeres tuvieron una importancia transcendental desde los primeros momentos y elevando un par de nombres a los altares, convirtieron en excepcional, anormal y santa su participación. Como la mujer combatiente queda fuera del imaginario, se la construye alternativamente como furia/amazona/mujerzuela o como santa.

Lo cierto es que la imagen alegórica de la mujer como continente de virtud patriótica se construyó desde muy temprano a través de biografías breves de mujeres de los sitios de Zaragoza o de los hechos del Dos de mayo, en Madrid.

Artículo Somos Malasaña: Las mujeres del Dos de Mayo y lo que cada cual ha querido contar de ellas

ANÁLISIS CONCEPTUAL

Mayrás es una creación artística conceptual que se instaura en la figura femenina fluyendo por las mayrás (canales subterráneos de agua) representando una alegoría en memoria de todas aquellas mujeres que murieron el 2 de mayo en Madrid.

Esta recuperación del concepto de memoria nos recuerda una actividad vital humana que define nuestros vínculos con el pasado, y las vías por las que nos recordamos y nos define en el presente») rehabilita los necesarios diálogos pasado-presente y síncrona diacronía, más allá del triple Interés por el yo y por la realidad exterior y por el propio arte.

Los colores azulados y la composición utilizadas nos recuerdan a las aguas que igual que la mujer es símbolo de la creación. Con esta esta vinculación intento transmitir que los cuerpos femeninos se deslizan en las aguas que provenían de los mantos acuíferos existentes en el subsuelo de la altiplanicie madrileña.

ANÁLISIS INTENCIONAL

Mi voluntad es transmitir y recuperar el concepto de la memoria, «recordar como una actividad vital humana define nuestros vínculos con el pasado, y las vías por las que nos recordamos y nos define en el presente».

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* JAIME OLIVER ASÍN
Historia del nombre de Madrid, 1958. Publicación de la investigación sobre la etimología y origen de los diferentes nombres que tuvo la Villa (el pre musulmán Matrice y el árabe Mayritambos con el significado de «arroyo matriz», y los de ellos deriva-dos). El soneto referente a la leyenda es anterior a 1550, fue escrito por Juan Hurtado de Mendoza y reproducido por Eulogio Valera en un aspecto de la labor cultural del Ayuntamiento de Madrid, 1949, según refiere Oliver Asín .
El texto proviene del libro LAS TRAZAS DEL AGUA AL NORTE DE LA VILLA DE MADRID Por MARÍA JOSÉ MUÑOZ DE PABLO Arquitecto.